Miguel de la Quadra-Salcedo tuvo una profunda relación con Novia Salcedo Fundación en la etapa final de su vida. A pesar de que su fallecimiento siga el curso de la vida, no deja de ser una gran pérdida para todos por su profundo compromiso con el fomento de los valores de ética, responsabilidad social y tolerancia en los jóvenes. Asimismo, fue destacable su trabajo en el ámbito de la cooperación internacional y del impulso a la multiculturalidad.
En 2012 fue premiado por nuestra fundación por abrir nuevos horizontes a jóvenes de distintos estratos y culturas transmitiendo los valores de respeto, emprendizaje, liderazgo y compromiso social.
Pero, su figura debe ir más allá y conscientes de ello, en 2012 acudimos a su casa para proponerle una vieja aspiración iberoamericana donde los jóvenes pudiesen disfrutar su primera experiencia a través de un programa de movilidad de prácticas profesionales. Allí, rodeado de mapas antiguos, entre historias de expedicionarios españoles que cruzaron el Atlántico siglos atrás se trató de aterrizar un plan propuesto por NSF donde los jóvenes tuviesen la oportunidad de tener en Iberoamérica un espacio propio donde crecer como personas y profesionales.
Este reportero, aventurero y deportista tuvo una vida repleta de anécdotas que le llevaron a viajar por todo el mundo y relatar en primera persona los diferentes acontecimientos que surgieron durante la segunda mitad del siglo XX. Desde la crisis de la República Democrática del Congo, pasando por Vietnam y América Latina. Precisamente, en Latinoamérica su huella permanecerá imborrable por diferentes motivos.
La Ruta Quetzal, que desde 1992 ha llevado a más de 9.000 jóvenes por los países de habla castellana y portuguesa, conociendo otras culturas y aprendiendo de la diversidad de las mismas, es, sin duda alguna, uno de sus legados más reconocidos, que en sus palabras daba a los jóvenes la oportunidad de encontrarse a sí mismos.
Este vasco-navarro, como él mismo se definió en diversas ocasiones debido a su infancia, era una biblioteca andante. Decía con frecuencia que la clave de que los vascos hubiesen tenido tanto éxito en el Nuevo Mundo residía en que más allá de ver el mar como una barrera, era más bien un vehículo para comunicarnos con otros lugares.
Vio con buenos ojos aquella propuesta. Sin embargo, a pesar de que ese primer viaje no pudo atracar en buen puerto y se tuvo que plegar velas, no ha quedado en el olvido para NSF esta figura tan respetada en América Latina y España. Ahora, quizás al abrigo de las próximas becas que tiene en mente la Secretaria General Iberoamericana llevar a la luz, puede ser una buena ocasión para volver a retomar esta iniciativa que al menos para nosotros, siempre llevará su nombre.